miércoles, 3 de febrero de 2016

El alud

        Alud en la sur del Aconcagua de Rafael Muñoz


"... un viejo que ante el misterio de los arroyos que descienden sonoros 
de la cumbre no sabe escuchar es un sinsentido..."
Carl Gustav Jung

     Se había pasado un año planificando estas vacaciones en ese lugar remoto de su Argentina donde todo parecía fotografiable, disfrutable y, sobre todo, envidiable, los seis meses previos, entrenando y leyendo, y un mes antes de la fecha de partida, había visitado varias casas de indumentaria de alta montaña para adquirir el equipo que vestiría, las vistosas botas de trekking Salomon, los bastones apropiados, la carpa que la alojaría por las noches en el Aconcagua, con bolsa de dormir y colchoneta autoinflables, la mochila con hombreras y cintura acolchadas recubierta de material aislante, medias térmicas, polainas, guantes outdry, gorro y cuello térmicos y un exclusivo reloj Mamut de enorme chrono italiano que pagó cerca de los diez mil pesos. Contaba, además, con su potente celular Blue Earth de carga solar, con el que pensaba registrar las imágenes cumbre de esa caminata guiada de tres días que la esperaba en los Andes. Lo que no esperaba era encontrarse así, como paralizada y aturdida, largas horas, días enteros después de haber por fin emergido de las fauces de la montaña, habiendo sobrevivido el alud. En un alud se desliza súbitamente mucho más que lo subyacente, se desprenden mucho más que rocas de la corteza de la tierra alta para caer rugientes y urgentes por la pendiente vital con toda ferocidad. Se fractura también en el alma la burguesa ilusión de felicidad que otorgan las vacaciones pagas, la falsa seguridad que nos brindan las cosas compradas de controlar lo incontrolable, la vana esperanza de perpetuar nuestra caminata hasta cuando se nos dé la gana. Fue advertida por los lugareños que después de los temblores que causan los aludes en los Andes, hay marejada en los mares del Pacífico, y siente unas extrañas sacudidas de angustia el alma humana, mientras el cuerpo se esfuerza por descansar y la mente intenta olvidar.



Alud en Aconcagua


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