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viernes, 26 de marzo de 2021

Para que nos lo aprendamos juntos



Para mis alumnos: 
Una mariposa con la Miss, 
                             un latte en un aeropuerto 
                                                                        y una canción!!!

Los quiero!!!
Gracias!!!



 

The Simple Secret To Happiness | El simple secreto de la felicidad

 Ryan Estis Inspirational Video | Goalcast


lunes, 31 de diciembre de 2012

¿Año nuevo, vida nueva?






   Se ponen muchas expectativas en general en los cambios de año, como si marcaran cambios de ciclos, de rachas, o como si la vida fuese algo así como una novela, y cada 31 de diciembre diéramos vuelta la página, cerráramos un capítulo y abriéramos mágicamente uno nuevo. Personalmente, tiendo a ver la vida como un continuo más fluido y creo que los ciclos no se delimitan tan prolijamente como hemos logrado hacer con los años. Pero el ritual que muchos observamos en este tiempo sirve justamente para notar lo cíclico. Más allá del aturdimiento, los reuniones, a veces sentidas y otras forzadas, las comilonas y los excesos, llega un punto en el que se apaga la música, se termina el ruido, se lavan y se guardan prolijamente las copas hasta la próxima vez y se da uno un rato para pensar en las implicancias más profundas del ritual del brindis, para observar en qué lugar de la vida estamos y cómo nos encuentra en este momento: si de pie, sentados viéndola pasar, andando, a los golpes con todos y todo, corriendo o tirados en la cama sin ganas de levantarnos a enfrentarla día a día.

  Para mí eso de “Año nuevo, vida nueva” suena espectacular, pero es una fantasía. La vida se puede hacer nueva de un día para el otro pero no porque cambiemos el almanaque: tiene que haber un sacudón existencial que nos espabile o una decisión férrea que venga de adentro que deviene en un abrir los ojos y ver como por vez primera la realidad en la que estamos inmersos y en una necesidad de tomar las riendas en algún aspecto o soltarlas en otro o rectificar el rumbo. Y eso no suele coincidir con el primero de año, porque es una fecha que nos encuentra muy ocupados con lo superfluo del festejo, lo anecdótico o la magia que deseamos, y los cambios nada tienen que ver con la magia, aunque haya tantos que necesitan recurrir a ella en sus diversas formas de presentación.
 
   Además sería una verdadera calamidad decidir que porque comienza un nuevo año hago borrón y cuenta nueva sin integrar eso que da el pasado al presente para lanzarme al futuro bien equipado. Por más penoso que haya sido, el pasado siempre es el propio, el que forjamos y el que nos tocó torear como mejor pudimos. Si somos lo suficientemente maduros, no deberíamos renegar de lo que pasó sino procurar honrarlo como cimiento y abono para la persona que somos hoy. Anselm Grün, monje benedictino de cabellera y barba blanca, autor de una numerosa colección de libros que atesoro y de los que siempre me nutro en este tiempo del año, emplea una imagen muy bella para ilustrar las heridas del pasado, que en algunos casos tardan más en cicatrizar que en otros y, en ocasiones, se vuelven a abrir de tanto en tanto. Él dice que, sanadas a través del trabajo desde y con el alma, son como perlas y así se transforman en un tesoro de energía vital.
  
 No creo que mañana me sienta muy diferente a lo que me siento hoy o a lo que me vengo sintiendo en este ciclo que estoy transitando. Seguiré en tránsito procurando siempre crecer como persona. Algunos también afirman que en este viaje llegar a buen puerto depende en gran medida de la actitud con la que se viaje. No importa qué nos depare el periplo, adoptando la actitud correcta, sabremos sortear los escollos. También en esto me hice más escéptica con cada fin y comienzo de año. Se intenta adoptar la mejor actitud, claro, pero mayormente aflora eso que viene en la matriz, lo que nos sale y que tiene que ver con  nuestra historia y nuestra personalidad ya moldeada por los genes y la experiencia. Aunque sí creo que siempre queda lugar para la sorpresa: hay veces en las que la actitud que brota de mí o de aquellos con quienes trato logra sorprenderme. Es entonces cuando descubro el motivo principal por el que brindamos cada fin de año: porque siempre quedan cosas por descubrir que pueden llegar a darnos una sorpresa que nos permite ver o llegar un poquito más lejos en el viaje de la vida. Brindo hoy con todos ustedes por ser partícipes de algunos de esos descubrimientos que suelen sorprenderme impensadamente.



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