sábado, 27 de julio de 2013

A Francisco: "Se necesitan hombres"


Palabras en español del Papa Francisco a jóvenes argentinos

A Francisco ("Franco sismo")

Se necesitan hombres que se la jueguen
en compromiso con la Verdad,
que anden las calles de pueblos pobres
con zapatos gastados de tanto andar.

Se necesitan hombres que sean grandes
desde la pequeñez del que se hace servidor de los demás,
que escapen todo lo predecible, que rompan normas
y vuelvan locos a los de seguridad.

Se necesitan hombres que hablen simple,
que hagan bromas para tomar en serio la realidad
y que practiquen lo que predican
negando al trono y al oro para optar simplemente por la austeridad.

Se necesitan hombres que nos insten a hacer lío
a salir a la calle a comunicar y a dar,
que desairen las galas a las que los convidan
y que se metan en el la masa oliente de un carnaval tropical.

Se necesitan hombres que nos recuerden
lo que nunca deberíamos olvidar:
que a los ancianos sabios hay que cuidar y escuchar
y que a los jóvenes ya es hora de darles su oportunidad.

Se necesitan hombres que nos arenguen, nos pastoreen,
con mansa ternura y en complicidad,
que nos animen a ser alegres
aún enfrentados a una peliaguda realidad.

Se necesitan hombres que sean Cristos,
sonrisa amplia, serenidad,
mirada ardiente, mano estrechada
siempre abierta y dispuesta a dar.

Se necesitan hombres que sean líderes positivos
que nos eduquen con su ejemplo de humildad y libertad,
de compromiso con la Palabra
y de respeto por la diversidad.


Necesitamos hombres como Francisco
que nos conduzcan al cambio humano que buscamos
generalmente en los lugares equivocados
y que nos marquen el camino hacia el Amor, el gran motor de todo cambio.



A boca de jarro

miércoles, 24 de julio de 2013

Mujeres de treinta siglos y del siglo XXI




 Admiro a Arturo Perez Reverte por ser un gran narrador de historias con color y con sabor, con la tinta teñida de la sangre de Cervantes de la mano de su masculina e hispana pluma como arma fulgurante, con cabeza y corazón. Pero más lo admiro ahora que ha dado en el clavo de mi sentir en la honda reflexión que siento que me regala como escrita para mí en su última entrega a La Nación Revista, desde su habitual y siempre jugosa columna, no en vano titulada "Patente de corso". En esta oportunidad, en "Mujeres de treinta siglos" nos habla por igual a mujeres y hombres del siglo XXI sobre una realidad que me resulta harto familiar. Ha escrito un texto que siento hecho a mi medida, que no se eleva a más de un metro y cincuenta y seis centímetros del piso que transito con paso tambaleante tantas horas de las 24 de mis días de años de 365 días que siempre se me hacen más largos. Soy mujer del siglo XXI, un siglo líquido en palabras del hondo pensador polaco Zygmunt Bauman, sobre quien tanto he escrito. Un siglo en cuyas aguas sentimos que navegamos a la deriva muchos hombres y mujeres sensibles y pensantes en busca de anclajes que se nos hagan sólidos.

  Soy una mujer de esas que se asume de treinta siglos aunque con los pies plantados en pleno siglo XXI, alguien que aún busca conjugar armónicamente libertad con responsabilidad, divididas a partes iguales por compromiso con mi verdad y el amor que profeso por mi misma, por los míos y por la humanidad. Una mujer con dones para dar, dentro y fuera de su hogar, difícil empresa de manejar.

  Una mujer que aún sueña con regalar sus dones artísticos al mundo, aunque jamás del todo aprobados por su entorno familiar y negados a sí misma por creerlos secundarios. Esto ha traído graves "daños colaterales", tanto para los míos como para mí, que Perez Reverte destaca en la apertura de su reflexión dominical. Sigo buscando caminos para expresar la más auténtica esencia identitaria de mi SER, que va más allá de mi sexo, mi parentesco, mis roles diversos y mi elección adulta y responsable de ser "nido-útero-corazón".

  Es una batalla ardua, pero se puede y se debe librarla, sin ningún "ismo" más que el realismo por arma en esta Troya, porque, como él mismo apunta, como hombre sensible y pensante, tal como quien me acompaña en mi camino desde hace ya veinte años, mi compañero de vida, que me ha regalado una cómoda e importante silla para que escriba textos como este,  sin que mi espalda se quiebre:

 "...las mujeres son el sujeto más interesante, el que mayores sorpresas aportará a este siglo XXI en el que aún nos encontramos, prácticamente, desayunando."

 Y gracias a las promesas nupciales con las que inicié este viaje frente a un altar ante el cual me arrodillo, ahora más que nunca con genuino orgullo, el viaje más trascendental de mi vida, hoy prometo serme fiel a mí misma también, y he de aportar sorpresas. Prometo dejar fluir mi vocación artística negada y relegada a mi sombra, para mi tristeza y la de quienes me quieren bien, esa que ejerzo con alegría conectada con la luna desde una forzada nocturnidad artística que me permite seguir siendo la mujer que quiero ser en mis diversos, elegidos y asumidos roles diurnos que me colman de alegría también. He de hacer cambios internos y externos, enmendar rumbos, dejar truncos ciertos proyectos en los que llevo embarcada décadas buscando Itaca para embarcarme en nuevas e inciertas travesías. No dejaré de explorar para llegar al sitio y verlo como por vez primera: he de des-cubrirme por fin a mí misma, en mi eje, en mi centro y en mi esencia. 

 Bajo esta nueva luz, sin ningún flash ni retoque, se verán cambios naturalmente también aquí en el jarro. Quien quiera seguirme el rumbo, está invitado, y quien no, que siga de largo: ya no me importa más nada que acatar el grito sagrado que procede de mi "Yo" por fin encontrado, revisitado y aceptado. He de ser esa que siempre he soñado ser, para mí y para el mundo: toda esa conjugada con la madre amorosa y presente, la esposa amante y compañera, el alma de su hogar-nido-vientreabultado-úterocosido-corazón, la hija, hermana, tía, nuera, cuñada, amiga, vecina y ciudadana argentina, presente y atenta, pero ahora desde la luz de su identidad des-cubierta. No sé cómo se logrará sin quebrarse en mil pedazos en el intento, pero lo intentaré: hoy y aquí me lo prometo.

  Y honrada estaría de que sobre mi tumba se escribiese algo bien diferente a lo que, según narra Perez Reverte en su luminosa y triste columna procede de un hallazgo femenino, como no podía ser de otra manera, una columna llena de incólume verdad de-velada que me des-vela en esta helada noche porteña, se encontró en en el epitafio de una mujer romana del siglo II: 

"Nunca pensó en sí misma, nunca se consideró libre". 


¡Gracias Perez Reverte por tan honda y certera reflexión!

¡Y gracias Javier que me la orejeaste para que me la des-cubriera!


A boca de jarro

viernes, 19 de julio de 2013

La importancia de un nombre

"Lectora en la ventana", Johannes Vermeer.
Para María Isabel

 Voy a tirar una teoría a boca de jarro, como es costumbre de la casa, sin ningún respaldo empírico que la avale, y si vale, vale, ¿vale? Y me arriesgo a ir en contra del mismo William Shakespeare, "el único "sacude-escenario" ("shake-scene") del país", según su coetáneo y compatriota Robert Greene, "green with envy", and rotting in it, poor rotten Robert, (verde de la envidia), aunque el rojo le va mejor en español, pero de colores hablamos otro día. La cita de Skakespeare ("Shake the spear"), a la cual contradigo en esta oportunidad, engalana a este jarro con una cita en su rosa, tomada del Acto II, Escena II, siendo una de las más conocidas de su tragedia más popular, Romeo y Julieta, declamada desde el cuestionado balcón, cuando los jóvenes amantes, impedidos de cosumar su amor como desean, con la debida aprobación de sus familias, acérrimas enemigas (he ahí la raíz de su tragedia), cuestionan a su vez la validez de un nombre en el siguiente diálogo:



  JULIETA: Mi único enemigo es tu nombre. Tú eres tú, aunque seas un Montesco. ¿Qué es «Montesco»? Ni mano, ni pie, ni brazo, ni cara, ni parte del cuerpo. ¡Ah, ponte otro nombre! ¿Qué tiene un nombre? Lo que llamamos rosa sería tan fragante con cualquier otro nombre. Si Romeo no se llamase Romeo, conservaría su propia perfección sin ese nombre. Romeo, quítate el nombre y, a cambio de él, que es parte de ti, ¡tómame entera!
ROMEO: Te tomo la palabra. Llámame « amor » y volveré a bautizarme: desde hoy nunca más seré Romeo.
JULIETA: ¿Quién eres tú, que te ocultas en la noche e irrumpes en mis pensamientos?
ROMEO: Con un nombre no sé decirte quién soy. Mi nombre, santa mía, me es odioso porque es tu enemigo. Si estuviera escrito, rompería el papel.
JULIETA: Mis oídos apenas han sorbido cien palabras de tu boca y ya te conozco por la voz. ¿No eres Romeo, y además Montesco?
ROMEO: No, bella mía, si uno u otro te disgusta.


  Tres siglos más tarde llegó al mundo Oscar Wilde, (Wide and Wise...), otro grande de las letras y la dramaturgia anglosajona, y nos legó una pieza, entre muchas inmemorables obras, titulada La importancia de llamarse Ernesto. No voy a entrar en detalles sobre la obra en sí. Sólo me detengo un momento en el juego de palabras que propone desde el nombre, que en español se pierde lastimosamente. The Importance of Being Earnest contiene lo que en inglés se denomina un "pun", o juego de palabras, centralizado en el nombre "Earnest", que refiere al nombre propiamente, "Earnest", cuya traducción es "Ernesto", pero además alude al adjetivo calificativo "earnest" que significa "honesto". Llamarse "Earnest" en este contexto es portar un nombre cuya importancia es la de ser "honesto", y de esto Wilde sabía tanto que con su libertad y su vida pagó el precio de ser "earnest".
 La teoría que hoy formulo es que el nombre que los seres luminosos llevan porque les ha sido dado por aquellos que los han engendrado desde el deseo y el amor dice algo de la esencia y de la luz de quienes los portan. Son el nombre de la rosa. Y esta rosa sobre la cual baso mi teoría trasnochada dejó perfumada mi casa y la regó entera de pétalos con su fugaz paso por ella.

  El miércoles vino Isabel de visita a casa. Isabel es como una prima grande, sin hijos, que ha estado doliente por largo tiempo por haber quedado huérfana y aún lo sufre e intenta superarlo hoy, a sus 63. Hija única de padres amados que fueron su mundo, junto al que le abrió su vocación docente, por largo tiempo también, aunque ahora se cerró con su jubilación, que es puro júbilo en ella. Padres idos que la acompañan desde donde los nombra, a pesar de que también quizás la encadenaron en vida un poco y le cortaron las alas que ahora ha descubierto que lleva sobre sus menudas aunque fuertes espaldas y que, para su asombro cuasi infantil, le permiten levantar vuelo ya desde su orfandad y llegar en un vuelo hasta mi casa a hacerme a mí, María, de prima. Hacía tiempo que la visita estaba pendiente, pero, por una cosa o por otra, las vueltas de la vida de María y de la de Isabel, vidas que se empeñan en enredarse para después desenredarse, como toda vida, se iba posponiendo. El 17 del 7 fue el día en que tenía que ser la visita de Isabel, y no pasó desapercibida, ni para Isabel ni para esta María, quien la recibió con genuina alegría en medio de la concepción de un sueño con nombre propio que la tiene a la vez turbada y encendida, ya que racionalmente la confunde, mientras que su corazón dice "¡Si!" a Él, desde la irracionalidad pura de su fe, la fe de que le permite ver a Fer en sueño proyectada, ya sin dudarlo ni esconderlo más ante un mundo que apedrea cuando no entiende de nombres, de llamados anunciados en sueños o en plena vigilia diurna y nocturna, de luces y de cruces que nos son dadas por El Nombre.



  María se pasó el día haciendo de la casa un nido cálido y acogedor. Colgó artesanías por todos lados, mandó a los chicos a comprar macetas para emebellecer las plantas de su sagrado jardín urbano, y le pidió a su amado esposo, cuyo nombre empieza con J, que hiciera de carpintero y creara un sencillo altar junto a la ventana, a través de la cual María se la pasa mirando al mundo sin lograr terminar de entenderlo. 



  Isabel llegó puntual a la hora del encuentro, a cara lavada y resplandeciente, con una sonrisa de oreja a oreja, simple, pura, transparente y elocuente. Pulcra y discretamente colorida en su atuendo, con un bello corte de pelo nuevo que dignifica su estampa y hace honor a su nombre en su ubicada blancura encanecida, con las marcas de anillos y pulseras que la hacen una mujer en esencia. No traía perfume, pero su presencia deja la estela de un aroma único y singular, que hace que algo se sacuda y salte en el alma y en el vientre cuando entra tambaleante por la puerta grande de la casa de María. Y llegó portando regalos especialmente escogidos para cada uno de los integrantes de esta familia, que con los brazos y el corazón abierto por fin la ha recibido.

 A María le trajo prendas de su paso por Tierra Santa, de esas que Isabel sabe que María necesita en tiempos de oscuras quebradas. Y trajo también unas toallas blancas, finísimas, todo un detalle para quienes vivimos trabajando a diario, procurando siempre conservar las manos limpias. A los chicos, cuyos nombres dicen mucho de su esencia, e Isabel lo sabe bien, les trajo remeras del color y diseño indicado. No se le escapó ni un detalle: cosas que sabe y hace saber Isabel, por ser y llamarse Isabel...

  Por esas cosas que para nada me resultan azarosas porque mi nombre es María, ayer tuve un intercambio en un exitoso y sencillo hangout con mi maestra del alma, quien se asomó a la ventana de Google+ por primera vez, y la felicité. A continuación transcribo parcialmente algunas de sus respuestas a mis comentarios, porque resultan muy reveladoras, y valen como corolario a mi teoría sobre los nombres. De paso le dejo a Isabel, que es también María antes de ser Isabel, como regalo que sé que le va a interesar, un link a la entrada de ayer de María Guadalupe para que se nutra de él: "Volvernos adultos y despedirnos de nuestros padres no es tan sencillo": tocás acá y volás hasta allá, María Isabel.


jueves, 18 de julio de 2013 - 13:41
María Guadalupe Buttera
jajajajajaj 
es q no sabía como funciona esto... 
demasiado ja! hago lo q puedo jajajajja  13:42
GRACIAS!! cariños FER!!! seguimos conectadas =) 
 Dios detrás de todo y todos cariños!! 

Yo la llamo : "Maestra del alma mía",
y ella responde con la humildad de una grande cuyo nombre es Guadalupe:


maestra no, es mucho..... compañera nomás.... 
compañero = COM PAN EROS 
(compartir el pan con amor ) 

MAría GuadaluPE Butter
(detrás de los nombres se esconden mensjajes =) 
lo aprendi de Jodorowsky 
ja! y tu apellido FER!!! 
vaya si dice!!! 
ANDA PAZ... 
DA PAZ 
Wuauuuuuu !!!
Seguí descubriendo los mensajes en tu nombre!!! beso! 
María FernanDA PAZ 
Hasta pronto!! 

(Las negritas son propias)



¡Gracias María Isabel! 
¡Y gracias María Guadalupe!


A boca de jarro

viernes, 12 de julio de 2013

Cerrado por reparaciones durante las vacaciones

                                                

 Se cierra el jarro por reparaciones de grietas y otros bollos que ha estado recibiendo últimamente, y se toma vacaciones su autora y administradora, algo cansada y agobiada, ya que sus mejores amigos no han ni siquiera recibido sus últimas actualizaciones. De todas formas, mejor. Con las cosas como están, ya ni puede comentar esta gente tan valiosa sin verse forzada a entrar por la puerta de Google+ en lugar de usar las ventanas siempre abiertas de este jarro de aguas claras. 




 Complicada es esta era de imágenes y presencia virtual: si no aparecés en pantalla, por tu casa parece que no pasa nadie a ver cómo andan las cosas...

 La autora pide disculpas por su torpeza digital y porque la estética de los comentarios de Google+ apesta, y aquí siempre se la ha cuidado con esmero y dedicación. Por más que se pida ayuda, no hay caso, no: la pobre aprendiz digital, que quiere dejar de ser inmigrante sabiendo que jamás será nativa en esta tierra compleja, como toda tierra extranjera, no le termina de encontrar la vuelta. Y los comentarios son, han sido y serán las aguas más límpidas y nutricias de este jarro que ha dejado ya de ser meramente virtual en la afectividad de su esencia.

 Ha caído mucha agua en la última tormenta. Habrá que agarrar el balde, sacar toda el agua sucia, reparar los rinconcitos por donde se filtra, llamar a algún buen plomero y ver después qué hacemos. Pero como ya lo ha hecho con su propia casa el pasado 2 de abril, se le figura que no será tan difícil volver a poner la casa en orden. Baldes sobran... Se aprovecharán las vacaciones para seguir trabajando por este jarro de barro al que ella quiere tanto, extensión de su propia casa, de su propio corazón y alma, de su propio eje y centro, que se ha descentrado un tanto por una falla absolutamente humana por la cual deberá perdonarse y ser perdonada.

 A pesar del experto consejo de un experto en el tema , quien le pasó el alarmante dato a la autora acorralada de que al abrirle el paso a la red de los plus one, se incrementa la virosidad, los comentarios seguirán abiertos para quien quiera y pueda comentar (*Editado). De virus, gusanos, perritos paseanderos sueltos, cuyos dueños no limpian sus deposiciones en las veredas vecinas, y de buitres delincuentes que amenazan con llevarla a la aprendiz digital y ciudadana, decente pero indignada, a la justicia por una deuda que ella jamás contrajo, ya han tenido bastante, tanto la autora como su jarro de barro. Pasa que cuando se pisa caca, irremediablemente queda pegada, y es menester calzarse los guantes de goma y utilizar lavandina para limpiar todo resto, cuidando mucho las manos, los ojos y las vías respiratorias, ya que es altamente tóxica, digo, la lavandina y la caca...
 
 Tengan a bien disculpar las molestias ocasionadas. Va a estar bueno el jarro, lo que no les podemos asegurar es cuándo, pero es como Buenos Aires, por lo tanto estamos a mano. 



A boca de jarro

viernes, 5 de julio de 2013

Mi voz, mi vida, mi libertad



  Muchos piensan que la poesía es cosa inaccesible, para eruditos, iniciados en la Literatura, escrita así con mayúsculas. Sin embargo, a mí últimamente la vida de todos los días me susurra poesía. Me conecté con ese fluir poético que alimentan poetas a quienes sigo con un enorme placer, por puro goce estético. Algunos de ellos merecen estar en los anaqueles de cualquier librería que se precie de tal, donde un libro de María Elena Walsh, que acabo de adquirir para mi hija, quien con sus doce años escribe y lee poesía, porque todos los niños sensibles somos poetas al fin, es una bicoca comparado con uno de Florencia Bonelli o de John Green, y uno de Hermann Hesse, inédito para mí, que acabo de comprar para mí, también lo es comparado con los de aquellos periodistas políticos que no sé bien cómo hacen para escribir ya que no saben ni hablar en su lengua materna... Hermann Karl Hesse, nacido en  Alemania, fue un escritor, poeta, novelista, ensayista y pintor alemán que recibió la nacionalidad suiza en mayo de 1924, y que fue además galardonado acertadamente con el Premio Nobel de Literatura en 1946, como reconocimiento a su trayectoria literaria y quien nos legó genialidades que me devoré y adoro, tales como Demian, El lobo estepario y Siddhartha. Éste último ejemplar que compré ayer lo encontré de casualidad, de puro curiosa que soy, porque los libros que están en primer plano en las librerías locales, y que pasan la barrera de los 200 mangos en mi país, son de escritores que poco tienen de Escritores y nada de Literatura. Cosas del mundo de las letras de hoy que superan mi entendimiento y colman mi indignación, que rebalsa.

  Mucho de este temor que sentimos al encarar poesía, como sucede con el arte, se lo debemos a aquellos que se autoproclaman "entendidos", "los críticos", varios de ellos estudiosos de los tecnicismos con nombres raros y opacos para el lego, recursos que según ellos, quienes los interpretan por nosotros, y que supuestamente deben estar presentes en una obra para considerarla Arte, se me hacen en general artistas frustrados, salvo algunas excepciones contadas con los dedos de las manos.

  Borges es un buen ejemplo de un maravilloso Poeta que resulta inaccesible para muchos buenos lectores. Hay pasajes de algunos de sus poemas que me llegan al alma, ya que puedo conectar con su sentir sin explicación mediante, porque eso es Poesía para mí, puro sentimiento plasmado en palabras bien hilvanadas. Pero sucede que cuando Borges despliega su enorme bagaje cultural, la mayoría de sus lectores, interesados en descubrir su valor literario, nos perdemos, no lo podemos seguir en sus alusiones y sus exquisitas referencias multiculturales, y es entonces cuando cerramos el libro y decimos: "Paso". Es una pena. Y es entonces también cuando se necesitaría la mano de un Maestro que nos haga de guía para esclarecer con nosotros la riqueza del universo borgiano, y aún así, me temo que el goce se perdería por el esfuerzo que implicaría, y la lectura y el sentir se verían reducidos a un trabajo de laboratorio: diseccionar la obra, ponerla bajo el microscopio, hacer referencias cruzadas, investigar otras ramas y terminar yéndonos por las ramas. Desintegramos la obra y nos perdemos su vista completa, y el goce estético que la totalidad en su conjunto habilita generalmente se evapora. A mí me va Borges con esto:


Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.

Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.



  Esa es la pura esencia de la Poesía: la rosa. He tenido la fortuna de tener una buena profesora de literatura inglesa contemporánea, una enamorada de James Joyce, tanto que hasta decía que se lo llevaba a la cama. Y sus alumnos le creíamos, porque pocos hombres se habrían animado a acompañar a semejante Maestra allí más que Joyce. De todas formas, a punto de terminar mi profesorado de inglés y habiendo aprobado con altas calificaciones cinco cursos anuales completos de literatura anglosajona, incluyendo una materia cuyo nombre era "Shakespeare", la más temida del profesorado de inglés por entonces, fue ella quien me enseñó realmente a leer y a apreciar la Literatura

  Hacia fines de año sentenció categóricamente una mañana gris que no íbamos a rendir examen final escrito y oral  en diciembre, como en todas las demás cursadas, para repetir como loros los apuntes que habíamos tomado de sus clases o todo cuanto habíamos leído de crítica literaria, sino que íbamos a promocionar la materia aquellos alumnos que aprobásemos un Trabajo Práctico que consistiría en escribir un ensayo de alrededor de 5.000 palabras comparando y contrastando dos historias de Dubliners a elección personal, que habíamos leído con ella como facilitadora,  además de A Portrait of an Artist as a Young Man, ya que el Ulysses lo había descartado de plano, y nos había animado a leerlo en las vacaciones de verano, una vez terminada nuestra formación como profesores de lengua inglesa, y si nos animábamos.




  Puse manos a la obra y empecé, como de costumbre, por ir a la biblioteca gigantesca y perfumada del Joaquín, entonces sin sede propia y cursando en el subsuelo del Colegio Nacional Mariano Moreno, a pedir prestados una decena de libros críticos sobre Dubliners. Me los llevé a casa, comencé el trabajo de hormiga de leer lo que otros opinaban de aquellos cuentos, subrayando y resaltando cada cita de la que me podía valer para mi ensayo, y terminé entregando a tiempo un pastiche literalista de vagas y escasas opiniones personales inferidas de las opiniones canónicas de "los que sabían", con la certeza de que vendría un diez. Mi sorpresa fue inmensa y tiñó mi rostro de rojo cuando, a la clase siguiente, mi profe me lo devolvió con tan sólo una nota sobre la carátula, tipiada en una Olivetti, que escuetamente me bochaba con un rotundo "Off-task". Me acerqué confundida y un tanto avergonzada al final de la clase a hablar con ella, para lo cual tuve que hacer cola, y le pregunté qué significaba eso. Y muy sonriente y tranquila me dijo que no había hecho lo que se me había pedido, sino que lo mío era un precioso "patchwork", comparable al "copy & paste" que hacen hoy muchos de mis alumnos cuando les planteo desafíos mucho más abarcables que Dubliners. Me explicó dulcemente que ella quería que yo diera mi opinión acerca de dos historias que por alguna razón me interesaran, y que debía explicitar en mi tesis el por qué de mi elección. Finalmente, agregó con una amplia sonrisa que no había problema en sustentar mi opinión con alguna cita erudita ocasional, pero al revés, no.



  Volví a casa apesadumbrada con un desafío sin precedentes entre manos, justo a pasos de conseguir mi título tan largamente esperado. Le dí vueltas al asunto un par de días y noches, soñé con Dubliners en inglés, como solía sucederme entonces, y una mañana que me tomé la libertad de faltar a mis clases del día, separé todos los libros que había pedido prestados, tomé a Joyce entre mis manos y elegí con libertad y criterio propio por vez primera en mi paso por esa prestigiosa casa de estudiosque tanto me ha dado, una historia de la colección de Joyce que me había fascinado y otra que no me había gustado. Comencé por plantear mis objetivos. Continué por analizar los aspectos relevantes que me habían atraído y repelido, y apoyé algunos de mis argumentos con unas cuantas citas que realmente respaldaran mis propios pareceres como lectora, dando el debido crédito y sin mediar plagio alguno. Me recé todo un rosario un día más tarde, a bordo del colectivo que me llevaba al encuentro de las manos de mi Maestra, que me habían soltado para darme alas propias, y le entregué temblorosa mi nueva versión del T.P., tipiada nuevamente en mi noble Olivetti y revisada una docena de veces para pulir el estilo. A la semana siguiente, tenía la materia aprobada con diez, y una nota dedicada que se perdió junto al T.P. cuando se inundó mi casa el 2 de abril pasado en mi Buenos Aires querido, hecho que lloré amargamente, ya que me sirvió más aquello que se inundó con la tormenta que la medalla de plata al mejor promedio de mi promoción, que me valió mucho menos en la vida que lo que esa nota a puño y letra me enseñó.

  A lo que apunto con esta historia de estudiante es que la poesía es aquello que nos llevamos a la cama para hacer el amor. Es aquello que en susurros nos dice algo que da en el clavo de nuestro sentir enclavado en una circunstancia de nuestra línea de tiempo, aquello que nos hace resonar en la empatía y que nos con-mueve, es decir, que se mueve con nuestro movimiento y nos hace mover hacia adelante. De nada sirve estudiar la rima asonante y consonante, la métrica, establecer si se trata de verso libre, soneto, remarcar los recursos estilísticos o develar sus connotaciones y alusiones, si, antes de todo eso, no logramos conectar con el sentir que el poema o la obra de arte hace resonar en nuestro interior. Poesía es conectarse con el niño que, sin la censura de la intelectualización almidonada, le sube o le baja el pulgar a aquello que nos habla directamente al corazón con absoluta libertad de criterio.

  Poesía para mí hoy es esta canción, una más, como las que cantamos tantos sin saber que es Poesía, habiendo sido iniciados al Arte o no, y que me canta exactamente lo que siento no ahora, sino desde hace años, pero que se me ha hecho tan claro por estos días como las aguas de este jarro agujereado en imágenes pero intacto en su esencia y en su transparencia desde que arranqué en mi desorientación allá por enero del 2011. Y me animo a desafinar al tranferirla del Portugués do Brasil al castellano que yo hablo, intentando emular la alegría del povo brasileiro que tanto sabe disfrutar da poesía musical, da praia e o mar, das garotas de Ipanema, de os morros, as fabelas, a samba, seu danzar, seu Carnaval, sua camisa amarela, da caipira, que no es otra cosa que la Poesía de la vida.

"Minha Voz, Minha Vida" de Caetano Veloso



Minha voz, minha vida/ Mi voz, mi vida
Meu segredo e minha revelação/ Mi secreto y mi revelación
Minha luz escondida/ Mi luz escondida
Minha bússola e minha desorientação/ Mi brújula y mi desorientación
Se o amor escraviza/ Si el amor esclaviza
Mas é a única libertação/Pero es la única liberación
Minha voz é precisa/ Mi voz es precisa
Vida que não é menos minha/ Vida que no es menos mía 
que da canção/ que de la canción
Por ser feliz, por sofrer/ Por ser feliz, por sufrir,                       
Por esperar, eu canto/ Por esperar, yo canto
Prá ser feliz, prá sofrer/ Para ser feliz, para sufrir     
Para esperar eu canto/ Para esperar, yo canto
Meu amor, acredite/ Que mi amor crea             
Que se pode crescer assim prá nós/ Que se puede crecer así para los dos
Uma flor sem limite/ Una flor sin límites
É somente por que eu trago/ Sólo porque yo traigo 
a vida aqui na voz/ la vida aquí en la voz

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