(Publico la entrada del Día del Padre del
año pasado un poco cambiada, como las circunstancias de la vida...)
Hoy es el día que los comerciantes han elegido como el "Día
del Padre" para engrosar sus ventas en un momento del año en el que
vienen bien. Este es un pensamiento
típicamente paterno para mí, porque mi papá me enseñó a pensar
así, y yo, como adulta, descubro cada día que a pesar de haberle opuesto tanta
resistencia como adolescente y joven, y a veces hasta el día de hoy, a las
verdades siempre dichas "a boca de jarro" de mi viejo,
soy muy como él, por elección personal, molde y/o falla de
fábrica.
Gracias a las
herramientas de las que dispongo como blogger en mi escritorio,
puedo rastrear las Palabras de búsqueda que hacen que
algunos lectores lleguen aquí. Y una de las razones más frecuentes es la de
conocer el significado de la expresión "a boca de jarro".
Evidentemente, los diccionarios no resultan tan amigables al usuario como los
motores de búsqueda de Internet, y me doy cuenta de que se deben estar
decepcionando al no encontrarse con una definición literal, sino con una
ejemplo práctico que se expresa en el estilo de lo escrito, en una forma de
decir lo que se siente, se piensa y se vivencia, una forma de vivir y de ser
que no se elige, o sí, y que tal vez hoy sería tildada de políticamente
incorrecta por varios, y que, además, de hecho, nos ha traído, tanto a mi viejo
como a mí, algunos problemas en la vida y muchas satisfacciones personales
también. Voy a ahorrarles a mis lectores casuales el sufrimiento, y les daré lo
que yo descubrí al indagar el significado de la expresión idiomática que elegí
como nombre de este espacio de pensamiento sincero e impulsivo, sin tapujos ni
remilgos, en mis propias búsquedas:
A
boca de jarro
En el uso
habitual, este modismo suele emplearse con más frecuencia en la forma apocopada
“a bocajarro”, como referencia al nombre del recipiente presente en la frase
(jarro), y denota la acción de beber sin tasa y sin medida, aunque también es
sinónimo de improvisación, de acción repentina ("disparó a
bocajarro"), y en tal sentido se emplea el dicho en sus diversas variantes
en el idioma castellano : “a boca de cañón”, “a quemarropa”, lo que es decir,
de improviso, inopinadamente, sin preparación ni rodeos.
Bocajarro:
1. Referido a un disparo desde muy cerca. 2. De improviso, bruscamente, sin
preparación. (También se dice a boca de jarro).
Hay muchas
expresiones idiomáticas alrededor de la palabra "boca".
Algunos ejemplos coloridos son:
*a pedir de
boca: Muy bien, según se desea:
Nuestros planes salieron a pedir de boca.
*como boca de
lobo: Muy oscuro: La noche estaba
negra como boca de lobo.
*no decir esta
boca es mía: Callarse, no decir nada:
Cuando yo pregunté si necesitabas algo, no dijiste esta boca es mía.
Esto es sólo una
muestra del enorme poder de fascinación que las palabras han ejercido sobre mí
desde que tengo memoria. Y mi primer diccionario fue mi papá. Mi
papá me enseñó una tonelada de palabras, es un inventor de palabras, frases y
giros idiomáticos graciosos que nos divierten mucho a los que lo conocemos y lo
queremos, y que también ahora hacen reír a sus nietos, que parecen
seguir la tradición familiar del gusto por las palabras. Mi hija menor no deja
de sorprenderme con sus preguntas sobre el significado de una lista
interminable de palabras que muchas veces me ponen a prueba, sobre todo cuando
se levanta de la cama para volver a mi cuarto una vez concluido el ritual de
las buenas noches. Se asoma por la puerta, interrumpiendo mi amado rato de
lectura en la cama, y me pregunta "a boca de jarro",
cosas como:
"Mami,
¿qué sibgnifica"mutar","interactuar","consumir","demandar"
"filosofía",
"comunidad","segmento","solidaridad","rústica","intrépido",
"sofocante"?
En cada caso, trato
de esbozar una definición coherente, a pesar del apuro que tengo porque vuelva
a su cama y ya me deje de una buena vez... leer mi libro, pero se asoma
nuevamente, para agregar:
"OK... Ya
entendí." O:
"Genial, má." O: “Sí, ya sé.
Buenas noches."
Este amor por las
palabras que corre por las venas de la familia se lo debemos a mi papá. Mi papá no es ningún improvisado. Estudió y leyó bastante.
Tampoco es un tipo sin opinión, muy por el contrario. Opina mucho, fundamentada
y vehementemente, sobre muchos temas de su interés, así como también descarta
de plano otros que no lo son. Fue la primera persona en regalarme un
diccionario LAROUSSE DE LENGUA CASTELLANA, libraco que quedó reventado
del uso y abuso que de él hicimos mi hermana y yo. Fue quien me regaló mi
primer diccionario bilingüe, COLLINS, ESPAÑOL-INGLÉS, INGLÉS-ESPAÑOL,
tapa dura los dos libros, y que me dio los mangos para comprarme otros que aún
están en mi biblioteca como los pilares de mi tarea cotidiana cuando costaban
una buena ponchada de pesos, o australes, o vaya a saber qué moneda. Hasta
fue quien me compró en un viaje, con su entonces rudimentario pero luego
mejorado inglés, el único diccionario electrónico bilingüe que tuve, una joyita
que adoré, y que inclusive hablaba hasta que dejó de funcionar.
Se podría decir, desde mi comprensión más humana de su humanidad, que mi
papá es el verbo y yo me hice carne, parafraseando, con todo respeto por
la hondura de las implicancias místicas de la referencia, a esta soberbia cita
Bíblica de Juan, el discípulo tal vez más dotado para la
lengua y el de mayor vuelo literario.
Mi viejo es médico,
y trabajó mucho curando personas. Lo hacía muy bien: la gente lo
buscaba, pacientes y colegas por igual, para pedirle su visión de las cosas, y
él no se andaba con rodeos, aunque no daba malas noticias "a
bocajarro", es decir, sin fundamento o sin tacto cuando esto se
imponía por la magnitud de la situación. Se especializó en corazón,
es cardiólogo, y se quemó las pestañas estudiando hasta cuando yo era grande, para completar un posgrado de noche y poder acceder a un cargo jerárquico en el hospital
donde ejerció toda su vida, y así lograr dejar de hacer guardias "a
bocajarro", a destajo, que ya le pesaban, naturalmente.
Sobre
el final de su carrera, mi papá le puso el pecho a una operación de
corazón, un triple bypass, "a bocajarro": lo
abrieron como un pollo, y anduvo como pollo mojado por un largo
tiempo. Ahí el jarro cambió, sobre todo en el tamaño de la boca, y
estábamos todos un poco desconcertados... Se hizo más sensible, se dió
cuenta de la magnitud de lo que esta vez le había tocado a él "del
otro lado del mostrador", como él mismo dice, y tuvo la valentía y la
férrea disciplina de hacer lo que todo buen paciente tiene que hacer para
sobrellevar una enfermedad incurable que lo acompaña hace muchos años y por la cual el año pasado fue intervenido una vez más: nacer de nuevo, cambiar
radicalmente su estilo de vida, cerrar su amado consultorio y cuidar ante todo
su salud, para seguir cuidando de todos nosotros. Y en esa lucha sigue.
Hoy papá es corazón,
cabeza, risa y palabra, y también olor, caricia, besos, abrazos, voz
y rostro conocidos y adorados por la niña que fui, aunque a papá le costó
salirse del estereotipo de varón mal entendido que predominaba en sus tiempos. Quizá por eso tengo una relación algo tirante con mi
viejo. Y además tengo muchos rasgos de él: mi frente, mis cejas, mis lunares,
la delineación de mis arrugas insipientes, mi constitución física, mi carácter,
mi gusto por la actividad física, por las palabras, y mi vocación
por vivir a boca de jarro.
Cuando mi papá estuvo
internado el año pasado para destaparse las arterias otra vez, leí un libro maravilloso y arduo titulado La
enfermedad como camino. Y creo haber aprendido algo, aunque siempre
queda mucho por aprender. El libro se asienta sobre la idea de la
polaridad Jungiana, que es Taoísta en origen, y sus germánicos
autores, Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke, denominan "ley de principio complementario", de
acuerdo a la cual:
"(...)
cada parte contiene el todo (Pars pro toto). Teóricamente, la idea es simple, pero su puesta en práctica es
ardua, por lo que el ser humano se resiste a aceptarla. (...) el ser humano no
puede estar completo, es decir, sano, mientras se inhiba, mientras se resista a
admitir algo en su conciencia.
En este
universo no hay nada que no tenga razón de ser, pero hay muchas cosas cuya
justificación escapa al individuo. En realidad, todos los esfuerzos del ser
humano sirven a este fin: descubrir la razón de ser de las cosas - a esto
llamamos tomar conciencia- pero no cambiar las cosas. No hay nada que cambiar
ni que mejorar, como no sea la propia visión.
Sabiduría,
plenitud y toma de conciencia significan: poder reconocer y contemplar todo lo
que es en su forma verdadera."
¡Feliz día a todos los padres!
A boca de jarro