lunes, 3 de octubre de 2011

Crianza: "¿gratificar o frustar?"


  En el diario La Nación de ayer domingo, sale una nota en portada que dice:

"No a "su majestad", el bebé"
"Expertos en psicología infantil sostienen que los chicos necesitan límites. Salud/pág 28."

  Y en la página 28 , me encuentro con lo siguiente (incluyo citas de la versión digital del artículo de lanacion.com)

Congreso Latinoamericano de Primera Infancia

"Su majestad, el bebe": un modelo de crianza a desterrar

Expertos coinciden en la necesidad de que los padres pongan límites claros a los chicos
Por Tesy De Biase | Para LA NACION




¿Gratificar o frustrar? He ahí una controvertida cuestión que atraviesa a sucesivas generaciones de padres. "Un buen padre es capaz de gratificar y frustrar", dictamina Miri Keren, psiquiatra infantil de la Universidad de Tel Aviv, Israel, en su visita a la ciudad de Buenos Aires para participar del Congreso Latinoamericano de Primera Infancia. Pero admite que la vertiente de la frustración es la más fallida.
"Durante años en Israel se sostuvo la tendencia a gratificar a los niños, sin decirles que no para evitar el llanto. Y hoy vemos que cuando cumplen dos años o dos y medio los padres quieren instalar el no, pero los niños se rebelan, como diciendo ¿por qué prohibir lo que antes estaba permitido?"

  Esto me recuerda a una escena que presencié hace un par de semanas cuando llevé a mi hija a una consulta cardiológica, un control de rutina. El turno se atrasó, como es también rutina, y en tanto esperábamos, llegaron una madre con su comitiva de tres cachorros humanos pequeños. Dos de ellos se apoltronaron frente al plasma de la sala de espera, donde se mostraban dibujos animados pero en inglés. Allí quedaron de todas formas adheridos a la pantalla, y la madre, muy arreglada por cierto, cargada ella con bolsos y petates, peló su blackberry y se puso a hablar en plena sala de espera de un hosital para niños, y a viva voz. Por estos fenómenos de la comunicación moderna, no pude evitar escuchar y ser partícipe de la conversación entre esta joven mamá de look ejecutivo y su empleada doméstica. Le llevó unos largos diez minutos darle las instrucciones de lo que debía comprar y preparar para la cena familiar. Yo miraba mi reloj y deseaba que de una buena vez nos hicieran pasar a la consulta, ya que no sólo estaba un tanto ansiosa por el resultado del control de mi hija, sino además por todas las cosas que había dejado en casa: mi hijo mayor, la pila del planchado sin planchar, y sobre todo, la cena sin hacer,  que esta mujer estaba resolviendo con un simple llamado telefónico: bueno, no tan simple. Había en su discurso un sinfín de indicaciones, porque lo que comía X no debía comerlo Y, y lo que se preparaba al horno para Y debía simplemente hervirse para X. El tercer hijo, el mayor, entretanto, no se quedó sentadito pegado a la pantalla arrullado por un inglés que resultaba incomprensible hasta para oídos entrenados, sino que comenzó a rondar a su mamá, a medirla y sopesarla cual si fuese su presa, y luego comenzó un ataque de histeria a los gritos que cautivó la atención de todos los que nos encontrábamos allí sin demasiado que hacer más que observar la escena. Exigía una bebida bien fría y un alfaljor del kiosco de enfrente. Su mamá comenzó a interrumpir la prolongada conversación con su doméstica hasta que finalmente dicidió ponerle fin, para sentenciar a viva voz y meneando el dedo índice:
-"Mamá ya te dijo que no quiere que la interrumpas cuando está hablando por teléfono."
-"Pero vos siempre estás hablando por teléfonooo y tengo hambreeee."
-"Bueno, pero a ver, ahora no podemos cruzar al kiosco porque nos va a llamar la doctora. Tenés que esperar. Mamá ya te dijo que a veces hay que esperar."
-"¡Sí, pero yo tengo hambreeeee! (Llanto)
- "No llores. A ver, ésto ya lo conversamos otras veces. Siempre que querés algo, lo querés "ya". Y ahora hay que esperar. Y si no te ponés a llorar. Mamá ya te dijo que no tenés que llorar por pavadas."
  Mi hija observaba en silencio. Afortunadamente, se abrió la puerta del consultorio y nos hicieron pasar. Pero esas escenas son frecuentes entre madres urbanas e hijos pequeños. Me pregunto por qué la madre no tenía a mano un juguito y algo para darle de comer a los nenes en alguna de todas sus carteras, si todas sabemos de memoria que ésto es lo que sucede. ¿Por qué se les insiste a los chicos con lo de "Mamá ya te dijo"?  Pues hay que decir y hacer muchas veces, no basta con consensuar. A veces siento que tanto padres como maestros tratan a los chicos como si fueran adultos pequeños. No saben que está en la naturaleza del niño insistir hasta el hartazgo para ver hasta dónde lo dejamos llegar. Y ese deliberado show de paciencia y diálogo en medio de una sala de espera llena no se lo creo. Es normal y creo que hasta deseable que la mamá diga "¡Basta!". No creo que eso implique años de terapia para superar el trauma cuando el niño se convierta en adulto. ¡Al contrario! Al decir basta, al poner el límite que superó la barrera de lo racional, estamos EDUCANDO al chico para la VIDA REAL, porque todo siempre tiene un límite. Hasta los animales tironean de sus crías para marcarles el paso. Y no hablo de violencia física. Pero un "No" contundente y una fuerte mirada puede más que mil palabras cuando se detenta autoridad.
  El tema es creer que ejercer la autoridad materna y paterna es un bien intrínseco. Es no asociar autoridad con autoritarismo o maltrato. Si los padres estudiáramos para ser padres, sabríamos que el raciocinio tarda años en desarrollarse, por ende es irracional pedirle a un chico que sea razonable. La rabieta, el berrinche y el capricho son lo normal y lo esperable. Entonces es menester intervenir con la razón y el sentido común por su bien: eso se llama EDUCAR. ¿Por qué tanta vuelta?


  El artículo también habla sobre "el arte del equilibrio", equilibrio que parece muchas veces perdido, y que no es nada fácil de lograr. Los chicos ponen a prueba nuestra paciencia y nuestro propio límite todo el tiempo. Es esperable desequilibrarse de tanto en tanto. Pero, bueno, no somos perfectos. También se menciona en el artículo un modelo de crianza perfeccionista, y estoy de acuerdo. Creo que no les hacemos un favor a nuestros hijos al pretender ser perfectos, porque seguramente esperaremos lo mismo de ellos, y pasados los primeros tiernos e idílicos años, el vínculo sufrirá, porque nadie es perfecto: nuestros hijos tampoco.
  Lo importante, me parece, es no desbordarse. Entiendo como desequilibrio algo temporario que se revierte en un rato. Se vuelve a la "homeostasis" con bastante "ommmm", y ya. Bueno, en verdad muchas veces me encuentro pidiéndoles perdón a mis hijos por haberme desequilibrado, y  siempre me sorprenden, porque me piden perdón ellos a mí. Ellos saben que yo soy de carne y hueso, y que ellos también se las mandan: eso es lo que yo llamo "equilibrio".

El artículo parece avalarme en ést0:
"Ambos profesionales comparten la imposibilidad de sostener un modelo de paternidad perfeccionista y ajeno a las múltiples e inevitables equivocaciones. "Ser un buen padre no significa no cometer errores o no tener momentos de falla de la empatía con el hijo. El punto principal es tener la capacidad de reparar", dice Mirr.
Y Guedeney refuerza: "Es importante desarrollar la sensibilidad suficiente como para ver la respuesta del niño a un error y cambiar lo que sea necesario cambiar. No necesitás ser extremadamente inteligente ni excepcional para ser una buena madre, basta con ofrecer protección y amor. Porque el bebe, el bebe normal, promedio, hace el resto del trabajo".

  Y el niño también, señores, porque la crianza no se termina a los dos años y medio: continúa por un rato mucho mas laaargo.

  Conclusión:

                          CRIAR= EDUCAR=GRATIFICAR Y FRUSTRAR-LOS/-SE
                          con criterio y con amor por uno mismo y por sus hijos.

  
A boca de jarro

5 comentarios:

  1. Hola Fer! ando media perdida, uno no termina mas de mudarse!! ajja
    Me gusto este post. Es cierto que no se puede ser perfecto, no existe la "madre perfecta" aunque i podemos aspirar a ser lo "mas cercano a la perfeccion" que podamos, y para mi eso basicamente se llama AMOR.
    El amor es perfecto. Amarnos, no "a pesar de" sino "por todo eso". Amar a nuestros hijos por sus logros y sus fracasos, amarlos por sus sonrisas, y amarlos por sus berinches (no a pesar de sus berrinches). Si se ama, todo se perdona, sin siquiera tener que pedir perdon. Si nos sentimos amados, podemos ser libres, de hacer y de equivocarnos.

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  2. Hola Fer, el tema de los limites es complejo, pero tambien creo que son necesarios. Obviamente me choca, como madre pro lactancia (jaja!) una parte del articulo que dice que se ven niños de mas de dos años que tienen hambre y le levantan la remera a la madre para tomar la teta y que esto ocurre porque las madres no dicen que no y que del mismo modo no dicen no a subirse a la mesa. Creo que una cosa son los limites para que no se lastimen o no hagan ciertas cosas "graves" y otra es negarle la teta, los brazos, dormir con los padres porque YA ES GRANDE como una forma de poner limite. Tambien me da risa que algunos padres quieran enseñarle a sus hiijos a esperar cuando no son capaces de esperar a hacer un llamado que quizas podria hacerse en otro momento, por ejemplo (o como dice este niño que contas, la madre siempre habla por telefono, por lo que probablemente el berrinche sea una forma de llamarle la atencion). Ser padres es algo muy dificil y es un tema que da para largo, pero si hay algo que siempre me molesta es cuando la gente se queja de los chicos como si fueran extraterrestres que vinieron a arruinar la vida en paz, como si no estuvieran mostrando todo lo que perciben en su entorno, en su vida familiar, como si lo que piden no lo necesitaran y solo quisieran molestarnos...los padres somos los adultos y es nuestra responsabilidad, cuestionarnos. Si, la verdad que a veces nos desequilibramos, pero bueno...pedimos perdon y seguimos adente. Esta bueno que sepan la verdad, que nos sepan humanos... A mi a veces me cuesta perdonarme, lo intento. Bueno, como te dije, da para largo, pero mas o menos sabes lo que pienso ;) un besote!

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  3. Hola, madres! Ya me imaginaba que comentarían ésta...
    Hola, Mica! La mudanza te absorbe, obvio. Más la crianza... Tenés razón: amar es aceptar todo tal como es, y amar por eso, porque ES COMO ES, y no como YO quiero que sea. igual confieso que me gusta pedir perdón en mis vínculos de amor, más por mí y que por el otro, que sé que me perdona porque me ama.
    Hola, Gi! Ya lo creo que es complejo el tema, por eso es difícil el equilibrio, en todos los ámbitos donde hay autoridad ejercida con responsabilidad. Obvié referirme a la parte del amamantamiento en el artículo porque coincido en que el hambre no se "negocia": se sacia. Hambre y necesidad de contacto por igual. Cuando se acaba la teta, pasa a veces por la gaseosa y el helado, o el dormir una siesta juntos, o el pasear juntos, aunque ahí se puede conversar un poco más,charlar cuándo o qué o a dónde, pero hay que dar de comer. Un bebé no es lo mismo que un niño mayor de dos o tres años. Y creo que no es fácil definir cuándo se traspasa ese sutil momento en el que el niño deja de ser bebé. Te das cuenta por los logros madurativos, pero imponer una edad no me parece realista: cada ser es un universo en estas cuestiones. Obvio que este crío intentaba llamar la atención de su mamá más que de cualquier otra persona en el mundo: hace falta mucha mirada también. Y lo de la culpa es otro gran tema, pero con estos vaivenes ideológicos en la pediatría infantil, creo que se hace bastante para alimentar la culpa materna omnipresente.
    Un beso grande para estas dos madres blogueras y un GRACIAS GIGANTE!!!

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  4. Que tema!!! el amor sin duda es el eje central de la relación con nuestros hijos y esta presente aun cuando debemos llamarles la atencion
    En casa los limites los establecemos en pequeñas tareas y actitudes qu epensamos los pueden ayudar para siempre como no gritar no pegar compartir, lavarse los dientes, alimentarse bien Estas cosas no estan en discusion y si no se hacen hay q ue pensar reflexionar y entender que lo mejor es regirnos con esas pequeñas cosillas
    En lo que respecya a los sentimientos jamas les pondria un limite a mis hijosSi quieren llorar si estan tristes si se frutran si les da una rabieta... y bueno son seres unicos, bellos, plagados de todo tipo de sentimientos y ahi no me siento con dereho a imbiscuirme
    Confio en que todo el amor que hoy les damos a nuestros hijos y las reglas basicas de higiene y convivencia los hará adultos felices y lo deseo con tanata fuerza que muy mal no me puede salir!
    Gracias Fer por el post esta muy bueno reflexionar al respecto de vez en cuando

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  5. Gracias, Ana!!! Ya lo creo que está bueno reflexionar sobre este tema. Yo por mí escribiría un libro sobre el tema... Mirá si no dará para cortar tela que fue tapa de La Nación del domingo.
    Te mando un beso grande!

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